Me gusta vivir tranquila, sin muchos dramas ni histerias. Pero como todos los que viven tranquilos disfrutando los pequeños placeres de la vida ylos momentos de paz… en el fondo envidio un poco a la otra gente, los que tienen siempre una anecdota loca, esos que cuando se van de vacaciones hacen buceo, o bungee jumping, o se van a cazar canguros (?), esos cuya vida amorosa parece un culebron mexicano con miles de complicaciones y momentos dramáticos. Cuando converso con esa gente, me acuerdo de esa vieja publicidad: «y… yo venia a cortarme este rulo.»
(¿alguien se acuerda de eso, o soy solo yo?)
Por dar un ejemplo: hará unos dias estaba compartiendo un café con una amiga, dialogando sobre nuestras vidas amorosas poco interesantes y compartiendo chismes para pasar el rato. Y me conto – entre risas incrédulas – lo que paso a contar a continuación. Lamento exponer las vivencias de «una amiga de una amiga» a la curiosidad malintencionada de internet, pero de todas formas de los por menores de la anecdota me acuerdo poco y nada, asi que tomemoslo como una casi ficción «inspirada en una historia real».
El asunto, como lo recuerdo, venia más o menos asi: aparentemente, la chica conoce a este chico, pongamosle Fulanito. Fulanito es interesante, misterioso, y hay onda. Empiezan a salir. A todo esto, el chico le dice que es bisexual. Ella, que es, digamos, heteronormativa (me gusta esa palabra casi tanto como falocracia. but I disgress) dice no tener drama con eso, más allá de ciertas dudas que quizas decide ignorar, pensando que son solo inseguridades propias. Se ven poco, y él eventualmente se vuelve algo distante. Ella se preocupa, no entiende nada, y en su angustia por la relación joven que pareceria no ir a ninguna parte, preguntandose quizas que le pasa a él, o si de alguna forma es culpa de ella, va a llorar en brazos de su querido amigo, digamosle Menganito. Menganito es cariñoso y comprensivo. Quizas demasiado. Y como muchos queridos amigos – primera referencia cinematografica: como Harry consolando a Sally! – bueno… ya se imaginaran. Situaciones inevitables, dirian algunos, más cinicos que yo.
Ahora bien, cuando el distante Fulanito se entera de como, exactamente, la chica fue consolada por su querido amigo, queda destrozado. Se lamenta, despechado. ¡Pobre Fulanito, tan vilmente traicionado! Y la pobre chica se siente un poco mal por un lado, y un bastante satisfecha por el otro porque fue casi una revancha ante su ausencia. Hasta que, luego de un largo silencio, él accede a hablar con ella, y con algo de malicia le cuenta: «unos meses antes de que nos conocieramos conoci a alguien y me enamore. Se mudo, y no nos vimos más, y cuando vine a esta ciudad y te conoci sabia que eras su amiga, y me acerque a vos para darle celos.» Todo este tiempo de idas y venidas, el elusivo y misterioso sujeto se encamaba con su verdadero amor, y despues le histeriqueaba con la confundida de su «novia» oficial, apenas un instrumento de su estrategia amorosa, tratando que la persona amada, atacada por los celos, cayera asi en sus garras.
Claro, lo más gracioso del asunto era que el pibe estaba, de hecho, enamorado del amigo de ella. Vaya una a saber, quizas el pobre Menganito también necesitaba consuelo aquella noche.
Imagino que la escena de recriminaciones entre los dos novios, refregandose en la cara mutuamente que se acostaron CON ÉL, habra sido digna del mejor melodrama kitsch.
(Segunda referencia cinematográfica: estoy bastante segura que hay una escena asi en Cabaret.)
La cuestión es que – volviendo a mi vida carente de novios que me usan por venganza y le quieren dar a mis amigos – ultimamente no me pasan muchas cosas dignas de mencion… y que se yo, quizas eso no este tan mal.